Las personas se acercan a motivar por muchas razones: porque están estresadas, porque se sienten infelices,
porque aspiran a ser mejores, porque han escuchado que se pueden prevenir o curar enfermedades,
porque buscan algo de paz, porque creen que los unirá a algo superior, o muchas otras razones. Empecemos por el estrés que es una verdadera empidemia en el mundo actual. La wikipedia lo define como una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos
mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda
incrementada. El organismo entero se prepara para la lucha o la huída, con mecanismos como el aumento del ritmo
respiratorio, la frecuencia cardíaca, liberación de adrenalina y otras sustancias. El organismo se prepara
para tener mayores probabilidades de supervivencia. Así, la evolución nos dotó de herramientas que
permitieron a la especie humana no extinguirse frente a las amenazas de la vida salvaje. Es un mecanismo que funciona eficientemente ante el peligro inmediato y alguna vez nos habrá
funcionado a todos, por ejemplo, cuando en una calle solitaria de noche sentimos pasos que se van
acercando a nosotros, o cuando en medio del campo nos encontramos con una serpiente. Pero tiene
un costo ya que utilizamos para esto recursos extremos del organismo y lo ponemos a funcionar de
una manera forzada. El estado de alerta sostenido, a mediano plazo provoca diversas patologías. Imaginemos ahora, que este modo de funcionamiento, diseñado por la evolución para huír ante un
animal salvaje, se activa simplemente porque llego a mi casa y han pasado debajo de la puerta un sobre
con una carta de la AFIP, o porque me pongo a pensar en si podré pagar la próxima cuota de mi
préstamo, o veo en los noticieros que aumenta la inseguridad, o los cientos de motivos de preocupación
que nos afectan en la vida moderna y que no son peligros ciertos próximos sino inciertos y de mediano
plazo. Podría ser que me quede sin trabajo, o que me asalten al entrar a mi casa. Podría... los "podría"
se pueden multiplicar al infinito y mantener el estado de alerta es demasiado costoso. Nuestro organismo
reaccióna de una manera parecida a un peligro real y muchos de nosotros tenemos el mecanismo del
estrés activado permanentemente. Así, nuestro gran cerebro estratega y planificador, esa maravilla que nos ha permitido construir la
civilización humana y que nos permite anticiparnos a muchos problemas, dificultades y peligros,
por otro lado, daña nuestro organismo al dejarlo en permanente estado de alerta, con las consecuencias
que esto tiene en nuestra vida. Una parte importante del alerta permanente lo constituye nuestro parloteo mental imparable. Nuestra
mente habla consigo mismo todo el tiempo y habla sobre el futuro o sobre el pasado. Anticipación,
planificación, temor, esperanza, recuerdo, añoranza, culpa, son algunas de las formas que toma nuestro
pensamiento, incontrolable y que influye sobre nuestras emociones y nuestros sentimmientos, en muchos
casos afectando la calidad de nuestra vida, activando el mecanismo del estrés u otros como la
culpabilidad o la ira. Si lo pensamos bien, nos transformamos en víctimas de nuestros pensamientos,
que muchas veces nos hacen juzgar o prejuzgar incorrectamente situaciones, como cuando "adivinamos"
lo que otro va a pensar o decirnos y actuamos en consecuencia. Meditar es intentar crear un espacio en estos componentes de nuestra vida mental. En primer lugar,
bajando la velocidad de nuestra mente y nuestro cuerpo. Segundo, bajando los decibeles de nuestro
parloteo mental. Tercero permitiéndonos "mirar" nuestros pensamientos y emociones sin identificarnos
totalmente con ellos, para poder elegir libremente y no actuar por impulso. Todo esto produce
importantes cambios en nuestra manera de enfrentar las dificultades, cambios que mejoran nuestra
calidad de vida. Nos permitirán, por ejemplo, no encender todas las luces de alarma por un posible
problema en el futuro, "bajar un cambio" frente a una situación enojosa, ver con más distancia un
pensamiento culpabilizador. Exinten numerosos estudios que avalan que las personas que meditan cambian la frecuencia de las
ondas cerebrales, que pasan de ondas Beta a Alpha, ondas relacionadas con la relajación y el bienestar.
Otros estudios muestran los efectos benéficos de la meditación sobre la corteza cerebral, el ritmo cardíaco, y otros. Actualmente muchos enfoques médicos utilizan la meditación como herramienta para abordaje de
problemas psicológicos y físicos. Es de destacar la labor del dr. Jon Kabat Zinn de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Massachusetts. Su trabajo de investigación desde 1979 se ha enfocado
en las interacciones mente-cuerpo para la salud y en las aplicaciones clínicas de la meditación en el dolor
crónico y problemas o trastornos relacionados con el estres. Obviamente,esto no se consigue en un día, pero el tiempo y la perserverancia van cambiando nuestra
mente e incluso, como muestran estudios recientes, se modifican las conexiones cerebrales. Seguramente que la meditación no es sólo una herramienta para bajar el estrés y mejorar la calidad de
vida. Todas las tradiciones espirituales lo consideran un camino al Despertar. Pero ese es tema de otro
artículo. fuentes Wikipedia, arts. estrés, Jon Kabat Zinn, Meditación. Jon Kabat Zinn, Vivir con plenitud
las crisis, Kairos, 2007.